La demanda de productos ESG por parte del particular se encuentra “en un punto de inflexión”, según ha explicado María Elisa Dorronsoro, directora de banca privada Norte de BBVA, en la segunda sesión de la Semana ISR de Spainsif, centrada en la Inversión indexada sostenible.

“El cliente institucional siempre lo ha tenido claro, ya hace 5 o 6 años demandaba este tipo de productos, cuando la oferta era la que era, y cuando aún se practicaban, sobre todo, políticas de exclusión en los fondos [las más básicas, por así decirlo]”. Por su parte, el minorista “es muy receptivo” a este tipo de inversiones, “aunque yo no me siento con ellos como sí me he sentado, desde hace años, con muchas instituciones que nos pedían inversión ESG. Con los particulares está empezando ahora esa demanda, ese quiero que mi cartera sea ESG. Nos encontramos en ese punto de inflexión, y todos estamos trabajando en cómo implementarla de forma transparente y óptima para el minorista”, ha afirmado.
Dos aspectos atraen al particular hacia este tipo de inversiones, más allá del “extra de rentabilidad” que ya han demostrado. El primero, ha apuntado Dorronsoro, que asumen menos riesgos en cartera por invertir en ETF y fondos sostenibles; el segundo, “muy potente, es el engagement, la fuerza del minorista: el hecho de tener tus pocos ahorros invertidos en un fondo y que, a través de esas gestoras, tengas voz en la junta de accionistas. Estos mensajes al particular le han calado”.
En cuanto al atractivo de los fondos indexados para entrar en el mundo de la inversión (no ya solo en la sostenible), Guillermo Badía, profesor de Finanzas e investigador en Deusto Business School, ha hecho alusión a diferentes estudios que muestran que la gestión activa no lo hace mejor, en término medio y de forma recurrente, que los índices. Entre esos estudios ha destacado el que elabora semestralmente Standard and Poor’s Dow Jones que compara la evolución de los fondos de gestión activa frente a los índices que les corresponden para diferentes horizontes temporales y áreas geográficas, así como diversas categorías de activos. “Con algunas excepciones, la mayoría de fondos activos no logra batir a sus índices de referencia de forma consistente”, ha señalado. De media, no consiguen compensar el coste que suponen las comisiones.
Respecto al comportamiento de índices ESG frente a los no responsables, Antonio Royo-Villanova, passive specialist & ESG en DWS, ha afirmado que “los índices sostenibles baten a los tradicionales de manera estructural y de forma sostenida en el tiempo, no es algo puntual”. Muchas veces se achaca ese mejor comportamiento “a que tienen un mayor peso en un determinado país, o sector, o más mega caps, pero no es cierto, aunque pueda explicar que alguna vez tengan mejor performance”.
Royo-Villanova también ha negado que la inversión en este tipo de compañías cree, como han apuntado diversas voces, “un efecto de cuello de botella que hace que las valoraciones suban”. Un estudio de DWS realizado hace unos meses demuestra lo contrario: “La correlación entre las entradas de dinero y el aumento de las valoraciones no supera el 15%, es decir, es muy baja. Incluso en términos de valoraciones las diferencias se mantienen exactamente igual”, ha afirmado el experto. La inversión en ETF [fondos cotizados] con criterios ESG “es una opción que consigue batir a los índices estándar, que es complicado”, ha querido enfatizar.
No ha estado de acuerdo Fernando Luque, editor senior de Morningstar, con que los índices ESG lo hagan sistemáticamente mejor que los no sostenibles. “Si hablamos de rentabilidad, si comparamos índices globales tradicionales con sostenibles que tengan más o menos la misma repartición sectorial y geográfica -si tomo como referencia el Global Market Sustainability frente al Global Market tradicional-, a largo plazo no puedo decir que exista una enorme diferencia de rentabilidad. A 10 años, los retornos son muy similares, aunque a corto plazo, y especialmente a 12 meses, sí vemos una ventaja del índice sostenible frente al tradicional. Podríamos concluir que siempre son más rentables, pero desgraciadamente no siempre es así, nosotros no vendemos que el índice sostenible sea siempre más rentable”, ha afirmado.
Respecto a si los índices responsables están diversificados, Luque ha explicado que no siempre. “Los grandes proveedores los construyen a la medida de la demanda”. ¿Pero deben estar diversificados? “En este sentido la industria ha sufrido una evolución interesante. Los primeros índices ESG eran de exclusión, se excluían categóricamente determinados sectores e industrias poco amigables con la sostenibilidad (petrolera, tabaquera, armamentística…)”. El excluir era precisamente uno de los argumentos en contra de ESG, porque se afirmaba que reducir el universo de inversión suponía reducir la posibilidad de obtener ganancias. La corriente actual es totalmente distinta, es el best in class [mejor entre las de su clase]: “No excluimos a ningún sector por ser contaminante, sino que incluimos en los índices las mejores compañías en sostenibilidad. Los índices que construimos en Morningstar pretenden de alguna forma replicar la distribución sectorial y regional de los índices más amplios del mercado y así creo que debe ser, debe haber índices ESG diversificados, no deben ser solo el subyacente de un ETF, sino también una referencia para la rentabilidad obtenida por los gestores”, ha añadido.
Por su parte, Álvaro de Liniers, gestor en NN Investment Partners Iberia, ha explicado que, en una encuesta reciente, el 92% de los clientes consideró que la convivencia de la gestión activa con la indexada es posible.
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