Desde que el estallido de la crisis de 2007 destapara la mala praxis de varios de los principales jugadores de la industria financiera, los grandes inversores, como los fondos de pensiones públicos, se han vuelto más estrictos con el manejo de su dinero. Especialmente en lo relativo a la inversión socialmente responsable, exigiendo criterios de selección que tengan muy en cuenta que las empresas a las que se destinan su patrimonio cumplan con un mínimo de prácticas de buen gobierno corporativo así como una conciencia medioambiental.
La industria de la inversión respondió acorde. La gran mayoría de las gestoras de activos no dudan en abanderar la causa: invertir en publicidad ISR, lanzar productos que sigan criterios éticos, de buen gobierno o medioambientales, y firmar los Principios de Inversión Responsable de las Naciones Unidas (PRI). Pero, ¿cuál es la realidad? ¿Cumplen las gestoras? ¿O se queda todo en palabras vacías? Un informe de la ONG ShareAction rasca más allá de la superficie. A través de información pública, y completado con un cuestionario a las propias entidades, han elaborado un ranking entre las 40 mayores gestoras europeas en cuestión de inversión responsable. La imagen final es mixta.
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