Entrevistamos a D. Benjamin Louvet, Commodity fund manager de OFI Asset Management

“Metales de Transición Energética”
¿Cuál es el estado actual del calentamiento global y cuál es la visión para el futuro de la transición energética?
Se ha vuelto urgente contener el calentamiento global, que ahora es un fenómeno claramente medible quien origina eventos climáticos que sin duda se van a intensificar en las próximas décadas, causando enormes daños físicos y materiales tanto a las comunidades como a los ecosistemas naturales.
El calentamiento global se remonta al comienzo de la era industrial a la mitad del siglo XVIII. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó significativamente durante este período, creando lo que comúnmente llamamos el efecto invernadero. Ya no hay duda de que el calentamiento global está vinculado a la actividad humana y a la combustión de combustibles fósiles.
Por lo tanto, nuestra única opción es abandonar cuanto antes los combustibles fósiles y empezar a usar tecnologías bajas en carbono, sobre todo energía eólica, solar, nuclear e hidroeléctrica. Y estas tecnologías requieren grandes cantidades de metales.
¿Cómo podemos ofrecer una respuesta eficaz para contener el calentamiento global y cuáles son las medidas actuales implementadas para garantizar eso?
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) es el organismo que ayuda a los países de la OCDE a definir sus políticas energéticas. Justo antes del verano de 2021, publicó un informe llamado “Net zero by 2050 – A roadmap to neutrality”, que describe los pasos a seguir para lograr el objetivo del Acuerdo de París, y limitar el aumento de la temperatura mundial a menos de 2 ºC (preferiblemente, a menos de 1,5 ºC) en 2100.
Alcanzar este ambicioso objetivo no solo requerirá la implementación inmediata de todas las tecnologías limpias disponibles, sino también la descarbonización de las industrias que dependen de los combustibles fósiles, como el transporte. Los vehículos eléctricos deberían representar el 60% de las ventas globales frente al 5% actual.
La moderación y la eficiencia energética juntos con el desarrollo de la industria de hidrógeno, biogás y energía nuclear representan solo una parte de la solución. Gran parte de la oferta de energía en el futuro va a depender del despliegue éxito so de energía renovable solar y eólica. La AIE ha calculado que la cantidad de capacidad fotovoltaica que se necesita instalar cada año hasta 2030 es equivalente a instalar la planta de energía solar más grande actualmente en actividad ¡CADA DÍA durante el período!
¿Cuáles serán los efectos de estas transformaciones en el sector energético y cómo se verá afectada la industria de commodities en el futuro?
Estas profundas transformaciones dependerán de la redirección de capital al desarrollo de tecnologías limpias. La AIE calcula que las inversiones anuales en tales tecnologías solo en el sector energético tendrán que triplicarse de 1,2 billones de dólares en 2020 a 4,3 billones de dólares por año para 2030.

Tal revisión de nuestro sistema energético y económico plantea no solo un desafío industrial, sino también la necesidad indispensable de transformadores que conviertan la energía eólica o solar en electricidad. Y estos transformadores tienen propiedades materiales; están hechos de metales, hormigón y fibras poliméricas.
Varios organismos ya han planteado preocupaciones, incluida la AIE, el Banco Mundial, la Comisión Europea y la OCDE. Una sociedad basada en la generación de energías renovables, vehículos eléctricos e hidrógeno verde es mucho más intensiva en minerales que una basada en combustibles fósiles. Por eso, la demanda de estos metales aumentará significativamente en el futuro: según el escenario más conservador de la AIE (STEPS), la demanda de minerales utilizados en tecnologías de energía limpia se duplicará para 2040, mientras que se cuadriplicará en su escenario de desarrollo sostenible y se multiplicará por 6 en su pronóstico más extremo.
Consecuentemente, pasaremos de depender de los combustibles fósiles a depender de los metales en los próximos años, lo que a su vez causará problemas de suministro y disponibilidad en la mayoría de estos productos básicos.
Dada la cantidad de presión sobre la oferta y la demanda de metales, ¿qué medidas podemos tomar para asegurarnos los recursos minerales necesarios?
Dejando de lado los problemas de volumen y tasas de producción, los metales también son un tema de preocupación política y geopolítica. La mayoría de las turbinas eólicas, paneles solares y baterías de vehículos eléctricos se producen fuera de nuestras fronteras con metales que no fabricamos nosotros mismos. Así, el desarrollo de las energías renovables no va a solucionar nuestro problema de dependencia energética, sino que simplemente lo desplazará de los combustibles fósiles a los metales.
A nivel europeo, gran parte de nuestra diplomacia actualmente se centra en nuestras necesidades de hidrocarburos, sin embargo, los países productores de petróleo no son lo mismo que los países ricos en metales. Por esta razón, debemos repensar por completo nuestras relaciones internacionales y considerar países como la República Democrática del Congo, por ejemplo, que produce la mayor parte de las reservas de cobalto del mundo, o la China, que produce casi todas las tierras raras y refina más de dos tercios del cobre, litio y cobalto del mundo.
También debemos considerar el hecho de que la industria metalúrgica sigue siendo un oligopolio. Tomemos el ejemplo del cobre o el litio: las 5 empresas más grandes del mundo que producen estos metales representan alrededor del 80% del suministro total. Hay que empezar por incluir la industria minera en la taxonomía de la UE, un texto de referencia que define qué sectores contribuyen a la transición energética para poder dirigir a ellos los flujos de inversión necesarios. Esto proceso podría venir con estándares y restricciones ambientales, como es el caso de las otras industrias ya incluidas en el texto de referencia.
¿Qué metales se verán más afectados por la transición y cómo cambiará su demanda y producción en consecuencia?
El cobre es quizás el más emblemático de todos los metales. Es un conductor y, por lo tanto, se utiliza en casi todas las tecnologías bajas en carbono, pero también en las redes eléctricas, que deberán reforzarse considerablemente a medida que la generación de energía se vuelva cada vez más descentralizada. Un aerogenerador contiene entre 1 y 5 toneladas de cobre, mientras que un vehículo eléctrico contiene 4 veces más cobre que un vehículo convencional con motor de combustión. Bajo un escenario compatible con el Acuerdo de París, la AIE estima que las energías bajas en carbono ya podrían representar el 40% de la demanda de cobre para 2030. El Institut Français du Pétrole et des Énergies Nouvelles (IFP-EN) va más allá: incluso suponiendo una alta tasa de reciclaje (alrededor del 40 %), los cálculos realizados por el equipo dirigido por Emmanuel Hache, futuro economista del IFP-EN, muestran que para 2050 podríamos haber agotado más del 90 % de las actuales reservas probadas de cobre en el mundo. La única forma de evitar este resultado es que los precios del cobre aumenten sustancialmente para mantener las reservas en crecimiento y evitar que la transición energética se vea comprometida por la falta de disponibilidad de un metal.
La oferta también deberá aumentar significativamente ya que las autoridades chilenas (Chile es el mayor productor de cobre del mundo) dicen que no pueden seguir produciendo cobre a la tasa de crecimiento anual de 4,0% a 4,5%, requerida para lograr la transición energética.
¿Cómo pueden los inversores beneficiarse de la tendencia de la transición energética y cuál es la estrategia de inversión sugerida?
La industria de la minería y los metales podría ofrecer a los inversores una rara oportunidad. El FMI publicó un informe en octubre de 2021 titulado “Metales de transición energética” que resume con precisión la situación. El informe destaca que el litio, el cobalto y el níquel podrían ver subir sus precios varios cientos por ciento de aquí a 2030, mientras que el precio del cobre aumentará un 60%. En opinión del FMI, estas estimaciones son conservadoras. No obstante, pese a estas perspectivas tan positivas, anticipamos que la evolución de estos metales no estará exenta de volatilidad.
Siguiendo el análisis y los hallazgos que acabamos de comentar, el pasado 24 de enero lanzamos el OFI Financial Investment – Energy Strategic Metals, diez años después de crear nuestro primer fondo centrado en metales, el OFI Financial Investment – Precious Metals. Este nuevo fondo se propone invertir en metales que, en opinión del equipo gestor, resulten estratégicos para la transición energética. El fondo presenta las mismas características que contribuyeron al éxito de nuestro primer fondo: UCITS V, liquidez diaria, no invierte en acciones de empresas mineras (por lo tanto, no está expuesto al mercado de renta variable), denominado en euros, pero cubierto a dólar estadounidense y valorado conforme a los precios de liquidación, por lo que no hay diferencial comprador-vendedor (bid-ask).
El fondo está expuesto al comportamiento de los siguientes metales: cobre (14%), níquel (14%), aluminio (12%), plata (12%), platino (12%), zinc (12%), plomo (8%), paladio (8%) y oro (8%). Las asignaciones serán variables y se rebalancearán trimestralmente, pero podrían cambiar una vez al año si el comité de inversión decide modificar la composición del índice a la que se expone el fondo. En concreto, el comité de inversión puede decidir añadir componentes al índice, eliminarlos o modificar las ponderaciones, siempre dentro de los límites que establece el folleto del fondo.

Esta comunicación se dirige únicamente a clientes profesionales, tal y como se definen en la Directiva relativa a los mercados de instrumentos financieros (MiFID). La información que aparece en esta comunicación no tiene valor contractual. Esta comunicación se ha elaborado únicamente con fines informativos. Es una presentación preparada y redactada por OFI Asset Management con información de fuentes que considera fiables. Los fondos mencionados han sido aprobados por la Autoridad francesa de los Mercados Financieros (AMF) y están autorizados para su distribución en Francia, España, Italia, Portugal y otros países en los que la ley lo autorice. Antes de invertir, los inversores potenciales deben asegurarse de que pueden suscribir el fondo en cuestión en su jurisdicción. Antes de suscribir el fondo, los inversores potenciales deben haber recibido el documento de Datos Fundamentales para el Inversor (DFI / KIID), que contiene las normas de operación, el perfil de rentabilidad-riesgo y las comisiones aplicables a la inversión en un fondo. El DFI / KIID y los informes periódicos más recientes pueden consultarse en la página web www.ofi-am.fr. OFI Asset Management rechaza cualquier responsabilidad por decisiones tomadas, o no, basándose en la información que aparece en esta comunicación o por cualquier uso de la misma por parte de un tercero. En caso de que un fondo esté sujeto a un tratamiento fiscal particular, nótese que el tratamiento fiscal depende de las circunstancias particulares de cada inversor y podría cambiar en el futuro.
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