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5 claves para entender la Taxonomía

5 claves para entender la Taxonomía

La Taxonomía de la Unión Europea es una herramienta de clasificación que sirve para identificar qué actividades son sostenibles y en qué circunstancias. Puede desempeñar un papel importante en la eliminación de riesgos en las carteras, ¿Por qué? Pues porque permite reducir la inversión en empresas intensivas en carbono; empresas cuyos negocios son cada vez más obsoletos, impopulares o poco atractivos. Al hacerlo mejora el enfoque en la neutralidad de carbono, un ingrediente esencial en el camino hacia una economía sostenible.

Cómo inversor, éstas son las 5 claves para ayudarte a entender la taxonomía y sus aplicaciones prácticas:

1. La taxonomía puede verse como un diccionario que evoluciona y que proporciona definiciones de actividades económicas sostenibles: actividades que contribuyen significativamente a al menos uno de los seis objetivos medioambientales de la UE, que no causan un daño social significativo a otros objetivos medioambientales y que cumplen con los requisitos sociales mínimos.

2. La base de este sistema de clasificación está integrado por los objetivos medioambientales de la UE: es decir, mitigar y adaptarse al cambio climático, proteger el agua y los recursos marinos, controlar y prevenir la contaminación, evolucionar hacia una economía circular, proteger y restaurar la biodiversidad, los ecosistemas y los objetivos y estrategias subyacentes de la UE para alcanzarlos. Por ejemplo, para la mitigación del cambio climático, el objetivo de la UE es lograr cero emisiones netas para 2050 (y el objetivo intermedio para 2030 de una reducción del 50-55%).

3. La definición de actividades sostenibles ayuda a aclarar qué actividades concretas conducen a la sostenibilidad medioambiental y por tanto deben promoverse (así como financiarse) y por el contrario, cuáles son perjudiciales y requieren cambios o ser suspendidas (o al menos no recibir apoyo). Por ejemplo, la definición de la actividad de “generación de energía basada en combustibles fósiles” como no sostenible debería contribuir a un mayor uso de la captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS1) o de su eliminación.

4. Al definir lo que se considera una actividad sostenible, la taxonomía actúa como un ‘puente’ entre el desempeño medioambiental y financiero y ser una herramienta de toma de decisiones para determinar qué empresas, actividades o proyectos financiar cuando la financiación o el proveedor de los fondos tienen como objetivo ser ‘ambientalmente sostenible/s’. Las actividades que se alinean, o tienen una intención creíble de alinearse con la taxonomía (“compatible con la taxonomía”) pueden esperar más financiación y, por lo tanto, tener un crecimiento más sólido y consistente. Los bonos, préstamos o hipotecas verdes se pueden considerar alineados con la taxonomía si los fondos se invierten en hacer que las actividades cumplan con los requisitos, puliendo así sus credenciales y evitando el llamado greenwashing.

5. La clasificación de las actividades basada en la taxonomía es parte de un conjunto más amplio de estándares, etiquetas, directivas y regulaciones que cubren las finanzas sostenibles. Esto incluye la divulgación de informes no financieros, un estándar de bonos verdes y una etiqueta ecológica (ecolabel)2. La taxonomía puede convertirse en la base para la elaboración de presupuestos ecológicos, adquisiciones ecológicas, productos que integran criterios ESG (incluyendo índices de mercado), asignación de capital y un plan de recuperación ecológica.

La taxonomía y la información a los inversores
Las definiciones se pueden utilizar para evaluar si las actividades de las empresas cumplen con la taxonomía y en qué medida. Al asignar una puntuación porcentual a la actividad de una empresa, un gestor de fondos puede determinar en qué grado es el fondo en cuestión es ambientalmente sostenible (verde, alineado con criterios ESG, etc.). El uso de la taxonomía como base común para evaluar todos los fondos resulta en divulgaciones equitativas para los inversores y permite comparaciones justas y útiles. En definitiva, permite comparar “peras con peras”.
En la construcción de carteras, se puede utilizar para seleccionar inversiones “sostenibles”, por ejemplo, empresas que obtienen un porcentaje determinado de su facturación de actividades alineadas con la taxonomía o que gastan un porcentaje “x” en actividades alineadas con la taxonomía, como el hidrógeno verde y las fuentes de energía renovable.
El uso coherente de las clasificaciones taxonómicas ofrecera mayor transparencia para los inversores. Permitirá a las gestoras comercializar fondos como verificablemente ecológicos y permitirá también a los inversores invertir con confianza en productos que satisfagan sus preferencias ESG3 o ecológicas.

¿Cuál es el siguiente paso?
Las áreas de desarrollo incluyen la necesidad de contar con datos fiables, de calidad y comparables en los que poder basar las evaluaciones. Además se necesita desarrollar guías orientativas sobre cómo informar, cómo llevar a cabo la debida diligencia y claridad sobre las expectativas de los reguladores. Es necesario también que estas guías se simplifiquen y adapten para diferentes usos y usuarios; esto incluiría por ejemplo tablas de clasificación de equivalencia y reglamentarias, así como una herramienta en Internet con un enlace a la base de datos de la UE.
Es muy probable que el desarrollo de una taxonomía social también esté en la agenda.
Aunque se están desarrollando otras taxonomías, utilizar la taxonomía de la UE como guía, permitiría a todos los inversores trabajar con las mismas métricas ambientales y métodos estandarizados para calcularlas, así como con las mismas métricas financieras.
Unos principios y metodologías compartidos podrían dar como resultado un marco verdaderamente internacional para las finanzas sostenibles que, en última instancia, ayudaría a identificar las áreas que necesitan decenas de millones de euros de inversión para construir una economía de cero emisiones netas, resiliente y ambientalmente más sostenible e inclusiva.

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Sol Hurtado de Mendoza, directora general para España y Portugal de BNP Paribas AM

[1] “Carbon capture, utilisation and storage” (CCUS) es el único conjunto de tecnologías que contribuye a reducir las emisiones directamente en sectores clave y a eliminar el CO2 para equilibrar las emisiones que amenazan una parte crítica del objetivo de alcanzar cero emisiones netas. Fuente: https://www.iea.org/reports/ccus-in-clean-energy-transitions
2 Refiérete también a Sustainable investing in Europe – Why putting a label on it really matters
3 Emplear criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno para la selección de valores, leer también: Measurement and reporting are critical to sustainable investing

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