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El Día de la Tierra mira hacia los compromisos financieros de Net Zero

 

Spainsif celebró el pasado 21 de marzo el Coloquio ISR sobre el Día Internacional de la Tierra patrocinado por BlackRock en que se trataron cuestiones relacionadas con la creciente presión para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y acelerar la transición ecológica desde el sector financiero.

Al coloquio asistieron representantes de AERI (Tomás Conde), BBVA Asset Management (Alberto Gómez-Reino), BlackRock (Isabel Vento), CaixaBank (Severiano Solana), CCOO (Mario Sánchez), Fonditel (Marta González), Santander Asset Management (Ana Rivero) y Willis Towers Watson (Raúl Mateos).

Uno de los principales resultados de la Cumbre del Clima de Glasgow son los acuerdos que impulsan una ambición climática con el objetivo de asegurar que el calentamiento global no supere los 1.5 grados centígrados, con vistas a evitar que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) impongan de manera irreversible las consecuencias del cambio climático. La COP26 desarrolló la ambición en mitigación, adaptación y financiación de estos objetivos, donde se hicieron numerosos compromisos desde el sector inversor para ser net zero o, lo que es lo mismo, reducir las emisiones netas a cero para mediados de siglo sobre el total de productos y activos bajo gestión. Las alianzas Net Zero Asset Managers Initiative, Net-Zero Asset Owner Alliance, Net-Zero Banking Alliance, Net-Zero Insurance y la Alianza Financiera de Glasgow para el Net Zero (GFANZ) son solo algunas estas aproximaciones en función del sector.

Los compromisos de neutralidad a largo plazo requieren de objetivos a medio plazo que garanticen su cumplimiento. En el mercado español, los procesos de inversión sostenible comienzan a arrojar información sobre las acciones de los participantes de los mercados financieros para abordar la urgencia climática. De acuerdo con los estudios de mercado de Spainsif, las estrategias relativas a transición justa a una economía baja en carbono crecieron un 25% entre 2018 y 2019, el 80% de entidades internacionales que operan en territorio nacional desarrolla campañas de engagement específicas sobre cambio climático, y más de un 30% del total excluye inversión en combustibles fósiles y en empresas que incumplan legislación ambiental. La consideración del riesgo climático como riesgo financiero y de la transición a una economía de cero emisiones netas como oportunidad de inversión histórica son posicionamientos que han marcado los desarrollos de la industria de gestión de activos durante los últimos años (Ver carta anual a los CEOs de Larry Fink 2019, 2020, 2021 y 2022).

Si bien el aumento de cuestiones relativas a la ambición temática en las estrategias de inversión es una noticia positiva, la proliferación de declaraciones de “Net Zero” del final de 2021 ha puesto de manifiesto que en los próximos meses será necesario asegurar la credibilidad de esos compromisos. La pregunta no es si se va a dar una transición hacia Net Zero, sino cómo va a hacerse. Entre las principales recomendaciones para asegurar esa credibilidad se encuentran realizar reducciones de aproximadamente la mitad de emisiones actuales en los objetivos a corto plazo, priorizar el diálogo activo sobre la desinversión, centrarse en la reducción de emisiones dando cobertura a totalidad de la cadena de valor, apoyarse en mecanismos de compensación solo para las emisiones residuales que no sea posible eliminar a largo plazo, e incorporar los desarrollos tecnológicos futuros y las soluciones climáticas en fases de producción o testeo (Ver Recomendaciones de Spainsif para la credibilidad de los compromisos net zero en el sector financiero).

Propietarios y gestores de activos ante la transición ecológica

Los participantes del coloquio abordaron la posibilidad de que la transición justa se descuide en zonas emergentes y en desarrollo, las oportunidades de invertir en compañías intensivas en carbono que lideran en la transición en sus respectivas industrias y la necesidad de incorporar tecnología embrionaria o futura en las inversiones presentes.

El coste de la transición energética que se percibe actualmente (carburantes, electricidad, inflación) traslada una mayor sensibilización sobre la necesidad de una transición justa que cumpla con el objetivo de “no dejar a nadie atrás”. En este sentido, el riesgo de que la transición se dé en mayor medida en Estados miembros de la Unión Europea o pertenecientes a la OCDE es alto, pues la deslocalización empresarial o la búsqueda de nuevos minerales para equipamientos electrónicos o coches eléctricos en regiones en desarrollo, emergentes y subdesarrolladas, supone un posible acelerador de la desigualdad en la distribución mundial de la riqueza. Por otro lado, las posibilidades de mejora vinculadas a la generación de negocio, los empleos verdes, que generalmente presentan mejores condiciones y demandan perfiles más cualificados, y el posicionamiento de economías como la española y su consideración como “isla energética” en el desarrollo de las energías renovables, se subrayaron como aspectos positivos que la transición ecológica podría potenciar.

Desde el punto de vista de la selección de activos, resaltaron las oportunidades de inversión en compañías intensivas en carbono que se posicionan actualmente como líderes en la transición en sus respectivas industrias. Para que los flujos de capitales generen cambios en la economía real, es significativo construir carteras que, sin ser neutras en carbono en el presente, tengan el potencial de ser net zero en el futuro. En la composición de los modelos de inversión, se trasladó el aumento del interés por el porcentaje de tecnología necesaria para la descarbonización que aún no se ha inventado, estimada en un 30%. Los denominados climate tech unicorns en energía, alimentación y movilidad y las tecnologías que ya existen pero todavía no son económicamente competitivas, como el hidrogeno verde, el cemento o el fuel verdes para aviación, que necesitan de capital para su desarrollo y comercialización.

Los cambios que se están llevando a cabo para poner en marcha las estrategias Net Zero en el corto plazo en las entidades gestoras de activos varía de entidad a entidad. Poner en marcha mecanismos para examinar los planes de transición de las compañías en las que invierten y disponer de herramientas para analizar y modelizar los datos, así como los escenarios climáticos disponibles son nuevas realidades en la gestión de activos.

“Para navegar en la transición ecológica, necesario medir y modelar”

Los participantes del coloquio enfatizaron la importancia de la accesibilidad, universalización e interpretación de los datos ambientales, por ejemplo, para poder identificar a las compañías mejor posicionadas o trasladar los riesgos climáticos a las carteras; y la necesidad de indicadores ambientales clave (KPI) para la medición de objetivos, como análisis del ciclo de la vida, la medición de la huella de carbono o los rating de temperatura, entre otros. La posibilidad de alcanzar dos niveles de información, uno para grandes empresas, con proyección internacional y una mayor responsabilidad en la cadena de valor, y otro para empresas más pequeñas, con unos indicadores mínimos, se traslada como posibilidad realista de alcanzar unos niveles apropiados de homogeneización de la información para hacer frente a la divergencia de empresas existentes. Igualmente destaca la posibilidad de llevar a cabo estrategias de diálogo activo o engagement, que animen en el presente a las empresas a usar marcos como Global Reporting Initiative (GRI) o SASB, a falta de un marco común regulado.

El papel de la regulación de la UE sobre finanzas sostenibles a la hora de alcanzar los objetivos de neutralidad climática en el sector financiero

Las piezas regulatorias europeas que generan un mayor apoyo al trabajo de los participantes del sector financiero en la transición ecológica son la Taxonomía Verde y la Directiva de Divulgación de Información Corporativa de Sostenibilidad – CSRD. Se trata de regulaciones que pretenden alinear la divergencia de intereses que existen entre los distintos actores (empresas, gobierno, stakeholders, gestores…) a la vez que dotan al ecosistema de la inversión sostenible de un marco presumiblemente unificado y con vistas a coordinar y generar una armonización de normas futura a nivel global. Los participantes del Coloquio ISR patrocinado por BlackRock mostraron un cierto optimismo en cuanto al futuro regulatorio; el cual se espera esté semi-estandarizado en un plazo de 2-3 años.


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