El Plan de Recuperación de la UE prevé destinar más de 30% de los fondos a proyectos verdes.

El nuevo Fondo de Recuperación de la UE de 750.000 millones de euros es, en todos los sentidos, una respuesta potente al shock pandémico, que combinado con el Fondo de Garantía para empresas de la UE y Mecanismo Europeo de Estabilidad, eleva el gasto colectivo de Europa a 1,2 billones de euros, 6,5% de su PIB. De hecho los líderes europeos, ante la crisis sanitaria y recesión más profunda desde la II Guerra Mundial, han creado un plan de rescate que puede resultar transformador. Sobre todo, encarna la responsabilidad colectiva y supone los primeros pasos hacia una mayor integración fiscal. De hecho pone a Europa camino de reformas más profundas.
Hay que tener en cuenta que no agota a las economías más débiles con más deuda y puede revertir la disminución de inversión en infraestructuras -de 2008 a 2013 las tasas de inversión en Italia y España cayeron 3% y 6% y la tasa media anual de inversión de la euro zona a la mitad-.
Además es ambiciosamente verde.
Hay que tener en cuenta que la UE se ha comprometido a reducir para 2030las emisiones de gases de efecto invernadero un 40 % respecto a niveles de 1990. Bruselas, al fijar el objetivo, se comprometió con importantes inversiones en tecnología medioambiental y el Fondo de Recuperación es parte de la estrategia. Más de 30 % se destinará a proyectos verdes, la mayor parte sectores y tecnologías que son la ruta más rápida hacia la neutralidad en carbono: energías renovables, hidrógeno limpio, movilidad electrónica, tecnología de eficiencia energética y edificios sostenibles.
De hecho viene respaldado de un sólido argumento ecológico. Los estudios muestran que el impacto ambiental en la región es grande en relación con su población. Una auditoría de 2017 basada en el marco de Límites Planetarios, modelo que mide la huella ambiental de un país en nueve dimensiones, incluyendo uso de la tierra, emisiones de carbono y contaminación química, ya mostraba que Europa hace una contribución desproporcionada al calentamiento global y a la pérdida de hábitats naturales. El informe advierte de una brecha sustancial en la retórica europea sobre medio ambiente y su trayectoria. Así, el presupuesto máximo de emisión de carbono de la región para los próximos 80 años es 70 giga toneladas, 0,9/año. Pero las naciones europeas ya emiten cuatro anualmente y habrán sobrepasado el umbral mucho antes de 2040. Además el historial de pérdida de hábitat es igualmente pobre en Europa. Siendo importador neto de productos agrícolas, es responsable de alrededor del 10 % de la deforestación mundial.
Además el ritmo de transformación ecológica puede aumentar. La UE, con su “New Deal” Verde, pretende crear más de 700.000 nuevos puestos de trabajo para 2030 con objetivos en energía, con prioridad por renovables (incluyendo hidrógeno limpio), redes eléctricas inteligentes, transporte -en particular la promoción de vehículos eléctricos- mejora de conexiones ferroviarias y transporte público urbano, desalentar el transporte aéreo para distancias de menos de 1.000 km, biodiversidad y protección y restauración de los entornos naturales.
Sin embargo, según la Comisión Europea, el bloque necesita 260.000 millones de euros adicionales al año en inversiones verdes para alcanzar su objetivo de 2030 de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Si la reducción es más ambiciosa, del 50 a 55 % respecto a 1990, lo que actualmente se discute, harían falta al menos 300.000 millones. Así que es posible que la UE tenga que relajar más la fiscalidad de las inversiones públicas vinculadas a adaptación y prevención del cambio climático. También debe fomentar la inversión privada a largo plazo como parte de las reformas del Plan de Acción de la UE sobre Finanzas Sostenibles. De momento los permisos de emisión de carbono animan a las empresas invertir en tecnologías más limpias, pero precios deben revisarse para que los incentivos sean mayores en todos los sectores. Los correspondientes ingresos pueden utilizarse para seguir desarrollando una economía baja en carbono, con inversión pública en infraestructuras, financiación I+D e innovación. Además las empresas que logren emisiones mucho más bajas que el estándar de su industria deben ser recompensadas con subvenciones, con el beneficio adicional de crear una ventaja competitiva para la industria europea en una economía global baja en carbono.
Consideraciones de Supriya Menon, estratega multiactivos de Pictet AM.

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